• 11 marzo 2020
  • Plan Reindus 2019: reflexiones y análisis de los resultados

 

El pasado 14 de febrero de 2020 se publicó la propuesta de resolución provisional del procedimiento de concesión de apoyo financiero a la inversión industrial en el marco de la política pública de reindustrialización y fortalecimiento de la competitividad industrial en el año 2019, Orden de 19 de septiembre de 2019.

En esta primera resolución provisional, se han aprobado hasta 183 expedientes por valor de 221 Millones de euros en forma de préstamo. Eso deja una primera conclusión, quedan por otorgar cerca de 180 de los 400 Millones presupuestados para esta línea de ayudas. Si bien es cierto que se ha abierto un periodo de tiempo para poder alegar los más de 170 proyectos desestimados, no es la primera vez que esto ocurren en este programa de ayudas, lo que deja una sensación amarga al sector industrial.

Cabe recordar que la convocatoria Reindus tiene por objeto, según sus Bases Reguladoras, ofrecer apoyos financieros para la realización de inversiones de carácter industrial que contribuyan a reforzar la competitividad de las empresas industriales y a favorecer el desarrollo de la industria.

En este sentido, cabe señalar que en la comunicación COM (2020) 150 de la Comisión Europea se indica que “Las necesidades de inversión persisten en el ámbito de la I+D y la innovación públicas y privadas; la digitalización; y la transformación ecológica, incluidas la innovación ecológica, la eficiencia de los recursos y la economía circular”.

Dichas necesidades están estrechamente relacionadas con la estrategia definida en la COM (2017) 479 de la Comisión Europea en su “Invertir en una industria inteligente, innovadora y sostenible. Estrategia renovada de política industrial”, en la cual reafirma el papel de la industria como motor esencial de la productividad y la innovación y como una de las piedras angulares de la prosperidad económica en Europa. Requerimos contar con una industria sólida y de alto rendimiento para el futuro de la economía europea y la necesidad de incrementar el peso de la industria en el PIB de la UE hasta que se vuelva a situar en el 20 % en 2020.

Una de las reflexiones de la COM (2020) 150 dictamina que “las pymes consideran que la normativa empresarial y el acceso a la financiación constituyen barreras con mayor frecuencia que las grandes empresas”.

Es por ello que, sin menospreciar que, en los últimos años el Plan Reindus ha sufrido ciertas mejoras en cuanto a sus condiciones financieras, lo que ha permitido mejorar su imagen. Remarcar que se ha pasado de disponer de tipos de interés escalados al alza en función de las condiciones financieras de las empresas solicitantes, a ofrecer un tipo de interés igual para todos modificando el grado de garantías a presentar. Incluso, en esta última Convocatoria se ha publicado con unas condiciones financieras más que atractivas, un tipo de interés relativamente bajo (1% fijo por un préstamo a 10 años con 3 de carencia). A pesar de todo ello, las empresas siguen percibiendo ciertas barreras para el acceso de los apoyos financieros de origen público.

Así, al leer la letra pequeña de estas últimas mejoras, puede verse como de forma proporcional se han endurecido los criterios de elegibilidad de las propuestas presentadas. A día de hoy, un 50% de la nota de corte proviene del análisis de los estados financieros de las empresas solicitantes. Sin menospreciar el hecho que se puede solicitar hasta un 70% del valor del préstamo ofrecido en forma garantías, lo cuan desincentiva totalmente a la pyme. Ello puede interpretarse como un cierto recelo de prestar dinero a empresas que susciten ciertas dudas de solvencia.

Todo ello se traduce, en términos más prosaicos en, un banco bueno ofrece dinero sólo a los “buenos”. Entendiéndose “buenos” a las empresas industriales claramente solventes, las cuales aparentemente no deberían tener problemas en recibir financiación privada por las vías convencionales. Se contradice con el espíritu de la convocatoria Reindus, que reza, “contribuir al refuerzo de la competitividad de las empresas”, así como con los retos planteados por la Comisión “el crecimiento de la productividad y una mayor competitividad no relacionada con los costes, a través de la mejora de la calidad de la innovación”.

Así pues, consideramos que el objetivo pasa por ofrecer programas de ayudas que no desincentiven al tejido industrial español, formado mayoritariamente por pymes. Y que ante un panorama poco alentador en cuanto a inversiones se refiere, se debe ayudar y fomentar a que las pequeñas y medianas empresas no paralicen su actividad por falta de recursos y capacidades tecnológicas, dotando de programas que incentiven a quien realmente lo necesite, no dejando de lado al tejido industrial menos “bueno”.

Eduard Plans Llorca

Coordinador Línea Ayudas Públicas I+D – Barcelona

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