Las consecuencias de la actual pandemia trascienden mucho más allá del sector sanitario y de la economía de un país. Sin entrar de lleno a valorar los efectos del confinamiento y la reducción de la actividad laboral de las empresas (ERTEs, cierres temporales, disminución de beneficios, etc.), el propio capital humano también se ha visto afectado de forma significativa.
En este contexto, surgido casi como un pacto de facto, el teletrabajo se ha convertido en protagonista y ha supuesto una buena herramienta para mitigar los efectos del confinamiento sobre las cuentas de las empresas, al permitir cierta actividad en una situación de “coma inducido” en la economía. Asimismo, ha generado una especie de paz social entre empresarios y trabajadores, ya que ha contribuido a conciliar vida familiar y profesional.
Sin embargo, este acuerdo para continuar trabajando desde los hogares parece que ha tenido como único objetivo mantener a toda costa la actividad de las empresas, intentando acercarse a los niveles de producción de la antigua normalidad. Por el camino, se han quedado las iniciativas y las estrategias de innovación que, con mayor o menor éxito, existían en muchas compañías. Una prueba de ello es el descenso del número de patentes solicitadas en España a partir del segundo trimestre de 2020.
Resulta fácil entender que, lejos de los laboratorios y los centros de I+D con acceso a las herramientas y tecnologías adecuadas, otros profesionales dedicados a la investigación y al desarrollo de nuevos productos y servicios difícilmente pueden ejercer su labor. No obstante, cabe recordar que la innovación parte de la creatividad y la generación de ideas originales, de manera que no debe quedar circunscrita a la presencia del personal en las instalaciones de la empresa. En este sentido, se proponen una serie de estrategias facilitadoras:
En tiempos de COVID, existen muchas empresas que han abordado estas situaciones con éxito, reinventado su actividad o trasformando sus métodos de trabajo. Por ejemplo, la multinacional con sede en Barcelona GPA Innova, ha sumado al acabado de superficies (su principal actividad de negocio) la producción de respiradores para uso hospitalaria. Por su parte, Airbus ha pasado a fabricar viseras de protección además de componentes aeronáuticos, Puig ha convertido sus productos de belleza en geles hidroalcohólicos, E-Rescue ha sustituido asientos salvavidas por mascarillas y Ticketplus no vende entradas para conciertos, sino para realizar pruebas de diagnóstico de coronavirus.
Fuera del ámbito sanitario, TomTom ha redirigido su negocio principal de dispositivos de navegación para coches (sin potencial desde la aparición del smartphone) hacia la creación de nuevas aplicaciones dentro de los vehículos. De esta manera, la compañía ha cambiado de clientes finales, pasando de los consumidores (conductores) a las empresas automovilísticas, en una clara estrategia de innovación ante los nuevos desafíos que se presentan.
En toda la historia, las crisis y las pandemias han conllevado una profunda transformación a nivel cultural y económico. Si bien en pleno siglo XXI será plausible retomar y volver a la antigua normalidad, gracias a la multitud de recursos con los que cuenta el mundo, nos encontramos ante una gran oportunidad para que la sociedad y el tejido empresarial se reinventen otra vez, planteando nuevas formas de innovar, trabajar y producir.
Equipo oficina INCOTEC Barcelona
Participantes: Rafael Guerra, Vanessa Moncayo, Xavier Farga.
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