El Tax Lease de I+D, tiene sus raíces en un instrumento financiero-fiscal que, en sus primeras versiones, se utilizaba para fomentar la inversión en buques y otros activos en el ámbito de la navegación. Este modelo, conocido como Tax Lease de buques, nació a finales de la década de los 80 y principios de los 90 en muchos países europeos, incluidos España, con el objetivo de incentivar la renovación de la flota comercial mediante un sistema fiscal atractivo que permitiera a los inversores obtener ahorros tributarios a través de la cesión de créditos fiscales generados por la amortización acelerada de estos activos. De esta manera, las empresas obtenían financiación y los inversores lograban una optimización fiscal sustancial.
Sin embargo, con el tiempo y la evolución del mercado, el interés por los Tax Lease de buques fue disminuyendo debido a diversos factores, como el envejecimiento de la flota y la crisis económica global. En ese contexto, el modelo fue adaptado a otras áreas de inversión, especialmente a sectores de alta tecnología y ciencia.
La llegada del Tax Lease de I+D (AIEs)
Hace unos 7-8 años, la estructura del Tax Lease de I+D comenzó a ganar protagonismo en España, cuando ciertos grupos de inversores y estructuradores de operaciones empezaron a aplicar este instrumento financiero al ámbito de la investigación y el desarrollo tecnológico. En lugar de financiar buques o activos tangibles, el foco pasó a ser el apoyo a empresas tecnológicas e innovadoras que invertían en proyectos de I+D. Este hecho fue motivado fundamentalmente por el hecho de que había que buscar fórmulas de inversión privadas, que complementaran en cierta medida a las ayudas públicas, todo ello encaminado a tratar de conseguir en algún momento el tan ansiado 2% del PIB en inversión en I+D.
Las bases de este nuevo enfoque eran similares: permitir que los inversores, a través de una agrupación de interés económico (AIE), pudieran financiar estos proyectos y beneficiarse de los créditos fiscales generados por las actividades de investigación.
El modelo de Tax Lease se consolidó como una solución para las empresas que necesitaban financiación externa para impulsar sus proyectos de I+D. Financiación que además no exigía ningún tipo de garantía financiera, ni suponía una dilución del equity. A su vez, se ofreció a los inversores una atractiva oportunidad de reducir su base imponible y de generar deducciones fiscales a través de esta operación.
Tensando la situación: El reto de la estructuración
A medida que el instrumento fue ganando popularidad, algunos estructuradores comenzaron a tensar la situación, buscando maximizar la rentabilidad de estas operaciones y multiplicar el crédito fiscal. En ciertos casos, se estructuraron operaciones con márgenes excesivos y términos demasiado optimistas, lo que generó preocupación entre las autoridades fiscales.
Algunos de estos esquemas incluían márgenes muy altos sobre los costes de los proyectos de I+D, lo que provocó que las autoridades fiscales empezaran a observar con más detenimiento las estructuras presentadas. La Agencia Tributaria de España comenzó a realizar revisiones exhaustivas de las operaciones para asegurarse de que los créditos fiscales se generaran de manera legítima y acorde con los requerimientos legales.
En varios de estos casos, las autoridades fiscales no dudaron en rechazar las operaciones que consideraban abuso de la normativa, es decir, aquellas que no se ajustaban al principio de rigor y orden necesario para que los créditos fiscales fueran reconocidos. Este tipo de operaciones arriesgadas con márgenes inflados generaron una gran incertidumbre tanto entre los inversores como entre los investigadores, ya que algunos temían que el modelo de Tax Lease de I+D pudiera quedar completamente deslegitimado.
La respuesta de Hacienda y la normalización del modelo como mecanismo de financiación a la I+D+i
Sin embargo, tras la revisión de estas operaciones y el análisis de aquellas realizadas con mayor rigor y orden, se comprobó que, cuando se estructuran correctamente, los Tax Lease de I+D son un instrumento legítimo, sometido a un control económico y técnico exhaustivo, y beneficioso tanto para las empresas de I+D como para los inversores. Hacienda no mostró objeción frente a aquellos esquemas en los que el crédito fiscal se basaba en inversiones reales y justificadas, alineadas con los gastos de investigación y desarrollo.
De esta manera, el modelo se fue normalizando, y la tendencia actual es la de estructurar operaciones más prudentes, con márgenes razonables y proyectos de I+D claramente justificados. La fiscalización más estricta y la revisión exhaustiva de las operaciones ha contribuido a una mayor estabilidad y fiabilidad del mecanismo, favoreciendo su adopción dentro de un marco más transparente y legalmente seguro.
La tendencia actual: Un instrumento fiscal consolidado
Hoy en día, el Tax Lease de I+D se ha consolidado como una herramienta clave para el fomento de la innovación tecnológica. La experiencia acumulada en la estructuración de estos mecanismos ha dado lugar a un entorno más regulado y profesional, en el que las operaciones se realizan con mayor transparencia y de acuerdo con los principios establecidos por la normativa fiscal.
El modelo ha evolucionado positivamente, permitiendo que tanto las empresas de I+D como los inversores se beneficien de una optimización fiscal dentro de un marco legal claro. La tendencia ahora es que las empresas tecnológicas que llevan a cabo actividades innovadoras, pueden obtener financiación a través de estos esquemas sin temer repercusiones fiscales negativas, siempre y cuando la operación esté bien estructurada y cumpla con los requisitos legales.
En conclusión, el Tax Lease de I+D ha pasado de ser una herramienta derivada de los Tax Lease de buques a un pilar clave del sistema fiscal para el fomento de la investigación y el desarrollo en sectores estratégicos en España. A pesar de los retos iniciales, el modelo ha demostrado su efectividad y viabilidad, y en la actualidad se estructura de manera más rigurosa, ofreciendo beneficios tanto a los inversores como a las empresas tecnológicas que buscan impulsar sus proyectos innovadores.
Eduardo García de la Santa
Director de Expansión de INCOTEC
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