• 27 noviembre 2020
  • “Dos caras de la misma moneda”: la necesidad de un diálogo constante entre la investigación y la innovación

Penicillium notatum. Probablemente este nombre te suene a chino (o, mejor dicho, a latín), pero en cambio sí que hayas necesitado tomar algún antibiótico a lo largo de tu vida. Es normal, es lo que sucede día a día con la investigación: un proceso siempre olvidado, pero esencial para que la innovación se haga realidad. Pero sí, la penicilina (y, en general, los antibióticos) es una historia de éxito de la investigación básica, una innovación que marcó un antes y un después en la sociedad. En 1928, Fleming descubrió por accidente que un hongo (Penicillium notatum) era capaz de inhibir el crecimiento bacteriano. Más tarde, otros aislaron la molécula con propiedades antibacterianas que sintetizaba este hongo, y la llamaron penicilina. Finalmente, en 1948 Andrew J. Moyer, obtuvo una patente para un método de producción en masa de este antibiótico. Un conjunto de etapas de investigación y desarrollo que culminó en una innovación que nos cambió la vida.

Pero… ¿Qué es la innovación?

La innovación implica la transformación de procesos o productos existentes empleando la creatividad o el ingenio para generar nuevas ideas, que se puedan aplicar en el desarrollo y lanzamiento de nuevos productos o servicios exitosos para el mercado. El motor de la innovación es la generación de ideas creativas, que pueden partir del equipo de I+D, de los empleados de cualquier departamento de la empresa, de la observación de un problema recurrente, o incluso de la casualidad. En la mayoría de los casos, las grandes innovaciones parten de conocimientos y/o tecnologías que han sido desarrolladas en un proceso previo de desarrollo experimental. Así, si el motor de la innovación es la generación de ideas, su gasolina tiene un nombre, investigación, y dos apellidos: básica, para la obtención de nuevo conocimiento, y aplicada, para aportar soluciones a problemas concretos. Por tanto, la investigación en los distintos campos aporta como resultado bien nuevos materiales, productos, técnicas y/o procesos, o bien la generación de nuevos conocimientos que pueden aplicarse tanto en las innovaciones y desarrollos actuales como en los futuros.

Investigación & Innovación

Sin embargo, las líneas que conectan la investigación y la innovación no son ni rectas ni de sentido único. Aunque para su comprensión, muchas veces el proceso se simplifica de forma lineal, la realidad es otra. A veces, la innovación parte de una necesidad de mercado que busca satisfacer, mediante la investigación básica y luego aplicada, el desarrollo de prototipos y su introducción en la producción para conseguir comercializar las innovaciones. Otras, la investigación surge para llenar un vacío de conocimiento, y más tarde, encuentra aplicación en sectores totalmente inesperados. E incluso, muchas innovaciones abren y potencian nuevas vías de investigación. Así, realmente existe una fuerte interrelación entre las diferentes etapas, por lo que no se trata de un camino lineal de investigación que deriva en innovación, ni una disyuntiva entre ambos procesos, sino un todo en forma de red con múltiples conexiones.

Por ejemplo, el desarrollo de nuevos sensores hoy en día permite monitorizar el grado de maduración de la fruta a lo largo de la cadena de suministro para, de esta manera, evitar pérdidas de los productos perecederos. ¿Los equipos que investigaron la base científica de los sensores estaban pensando en su aplicación para monitorizar la fruta en su camino desde el campo hasta el punto de venta? Ciertamente no, pero en la adquisición de conocimientos y capacidades no siempre se puede predecir el desenlace. Por este motivo, algunas de las innovaciones más revolucionarias, como el horno microondas o el buscador de Google, han surgido de procesos de investigación que pretendían resolver una problemática totalmente distinta a la pensada inicialmente.

En todo caso, para que el conocimiento científico-técnico llegue a materializarse en innovaciones comercialmente viables debe poder solucionar un problema o una necesidad existente, por lo que lo ideal sería que existiera un diálogo constante entre investigación e innovación. Por ello, una buena estrategia para explotar los avances científicos es crear puntos de encuentro donde se trabaje en transformar los conocimientos y las capacidades en soluciones tangibles. Para lograr este objetivo es esencial contar con redes de colaboración e intercambio de información con fuentes externas a la empresa; como los clientes, proveedores, consultorías de innovación, centros tecnológicos y universidades, entre otros.

La situación actual que estamos viviendo hoy en día es un claro ejemplo de esta rueda de innovación. Gracias a la potenciación de sinergias entre las empresas tecnológicas y los organismos de investigación, se han podido generar soluciones rápidas y efectivas frente a la Covid-19: mascarillas más seguras con tratamientos antivirales, test y pruebas PCR más eficaces, respiradores…  De hecho, quizá una de las lecciones más importantes a extraer de esta situación es que la Ciencia y la innovación son la mejor vacuna, y no sólo en tiempos de coronavirus.

 

Equipo oficina INCOTEC Valencia

Participantes: Ester Delgado, Marina Oliver, Julia Ponce y Rubén Rodríguez

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